Reformas, vecinos y caos, la guía no oficial del Artículo 3.
Tus derechos, tus deberes y cómo sobrevivir a la jungla vecinal.
¡Bienvenido al fascinante mundo del Artículo 3 de la Ley de Propiedad Horizontal!, sí, ese que separa a los propietarios responsables de los que convierten la comunidad en un parque de atracciones desastroso.
Aquí aprenderás qué puedes hacer en tu piso, qué no, y cómo no ganarte enemigos para toda la vida en la escalera, porque tener tu espacio a tu gusto está muy bien pero que todos los vecinos te odien, no tanto.
Derechos y obligaciones, «el pack básico».
El Artículo 3 te da dos cosas esenciales, como un combo de supervivencia vecinal,
1. Disfrutar de tu propiedad.
Tu casa es tuya, y puedes decorarla como te dé la gana, desde tirar tabiques a pintar de colores imposibles o poner un jacuzzi (sí, un jacuzzi en la terraza, si tu seguridad y la del edificio lo permiten). Todo esto está dentrode tus derechos, siempre que no afectes elementos comunes ni pongas en peligro la estructura del edificio.
2. Contribuir a los gastos comunes.
¡Y mira que lo siento pero no hay escapatoria!
Aunque tu piso sea tu santuario, el ascensor, el tejado, la limpieza del portal y hasta la luz del pasillo que nunca usas se pagan entre todos. Es tu entrada al club de la buena convivencia.
Elementos comunes vs. elementos privativos o, más claro, ¿qué es tuyo y qué de todos?
Es fundamental tenerlo claro, para no meter la pata y ganarte la fama de “vecino problemático”:
1. Elementos comunes.
Escaleras, portal, tejado, tuberías, electricidad compartida, o sea, todo lo que usamos en conjunto.
Aquí no metas mano sin permiso, salvo que quieras protagonizar un reality show de caos vecinal, incluso antenas, bajantes o cajas de contadores están incluidas en lo común.
2. Elementos privativos.
Tu piso, tus paredes, suelos, techos, instalaciones dentro de tu vivienda.
Aquí sí puedes tocar lo que quieras, siempre con sentido común y sin invadir lo ajeno. ¡Tu vecino no querrá descubrir que convertiste el pasillo compartido en pista de mini-golf, jeje!
Reformas, claro que sí, pero con cabeza.
El Artículo 3 reconoce tu derecho a usar tu vivienda como quieras, pero hay límites.
* Dentro de tu piso. Cambiar habitaciones, suelos, puertas, todo permitido, siempre que no metas mano a lo común. Eso sí, guarda la factura y fotos por si el seguro de la comunidad te mira con cara de “¿qué hiciste aquí?”.
* Tocar lo común. Si tu reforma implica tuberías, cables, bajantes o cualquier instalación que afecte a todos, necesitarás la aprobación de la comunidad. Aquí, el colectivo manda y un “sí” unánime puede ser más difícil que ganar un premio en la lotería.
Los gastos comunes, «solo son un mal necesario».
Sí, amigo comunero, toca abrir la cartera. Limpieza del portal, mantenimiento del ascensor, reparación del tejado, luz del garaje, seguro del edificio, todo financiado según la cuota de cada propietario.
Es tu “fondo común” para evitar escaleras de caracol improvisadas o goteras sorpresivas.
Un consejo, paga a tiempo pues nada arruina más la paz vecinal que un vecino que no aporta su parte y luego se queja de todo.
Consejos de supervivencia vecinal.
1. Antes de reformar consulta siempre si tu idea toca lo común. Seguro que no quieres que el vecino del 3º te amenace con una junta extraordinaria.
2. Documenta todo siempre, con fotos, facturas, permisos. En caso de desastre, serán tu mejor defensa.
3. Actúa con humor. Da por seguro que una reunión de comunidad puede ser como un reality show, con discusiones, dramas y algún comentario épico sobre tus reformas. Mantén la calma y sonríe, aunque tu vecino del 2º crea que la alfombra de su pasillo es patrimonio histórico.
Y, si no cumples, ¡prepárate!
Ignorar las normas o no pagar tu cuota puede traerte sanciones, facturas inesperadas y responsabilidad por daños.
Y, si tu reforma pone en peligro la seguridad del edificio, enhorabuena, acabas de convertirte en el villano oficial de la comunidad.
El Artículo 3 de la LPH es tu manual de etiqueta vecinal, no lo dudes, te da derechos sobre tu propiedad, pero también te recuerda que la comunidad funciona mejor si todos colaboramos.
Antes de reformar, piensa, respeta lo común, contribuye económicamente y evita dramas innecesarios porque, al final, la buena convivencia depende de respeto mutuo, cuidado de lo compartido y, por supuesto, un poco de sentido del humor.
¡A reformar con cabeza, risas y sin acabar en la lista negra del portal!